Decía Marilyn Monroe que ‘los mejores amigos de las mujeres son los diamantes’. No le faltaba razón a la rubia hollywoodiense más deseada de todos los tiempos. Y es que no hay look, por muy plano y monocromático que sea, que no levante una buena joya. Además de lo puramente estético, cada una de estas piezas exclusivas desprende un allure que solo habla de lujo, glamour y poder. Desde la mismísima Cleopatra, hasta las representantes de las coronas mundiales contemporáneas, se han ataviado durante toda la historia de joyas que hablaban y expresaban todo ese tipo de valores.
Ahora bien, tuvo que llegarCoco Chanel para darle un giro total al asunto (como hizo con muchos otros, estilísticamente hablando). En esta ocasión, la apuesta de la diseñadora francesa fue su predilección por la bisutería frente a las joyas de lujo, decisión que revolucionó toda tendencia de principios del s. XX. Fue Chanel quien la inventó, y entendía este tipo de adornos como piezas creadas única y exclusivamente para embellecer a la mujer y no para ser una muestra de cierto estatus social. Por eso, ¿por qué tenían que valer una fortuna y no ser accesible para todas?
Puede que sea este principio en el que se han inspirado para nacer las marcas de joyas lowcost que inundan el mercado hoy en día. Las hay para todos los gustos: minimalistas, con piedras naturales, en materiales diferentes y originales…Las joyas son un complemento accesible a todas capaces de llevar los looks a un terreno muy personal.
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